
En el Aikido, como en todo Budo, buscamos el equilibrio: entre mente y cuerpo, entre acción y quietud, entre fuerza y suavidad. Esta búsqueda no termina cuando salimos del tatami; continúa en cada respiración, en cada paso que damos fuera del dojo. Uno de los aspectos más olvidados pero fundamentales de ese equilibrio es el cuidado del cuerpo, en particular a través del estiramiento antes y después de cada práctica.
Antes de la práctica: preparar el cuerpo, calmar la mente
El estiramiento previo no es solo una cuestión física. Es también un acto de presencia. Nos permite entrar al estado mental adecuado para practicar con conciencia. A nivel físico, prepara músculos, articulaciones y fascias para moverse de forma fluida y segura. La práctica del Aikido incluye movimientos circulares, torsiones, caídas (ukemi), y técnicas que, aunque suaves en su ejecución, pueden ser exigentes si el cuerpo no está listo.
Un buen estiramiento previo:
- Activa la circulación sanguínea y eleva la temperatura corporal.
- Disminuye el riesgo de lesiones musculares o articulares.
- Mejora la propiocepción, afinando nuestro sentido del equilibrio y la orientación espacial.
- Nos coloca en un estado mental de escucha, de apertura al otro, al compañero, al momento presente.
Este estiramiento debe ser dinámico, suave, sin forzar. Movimientos circulares de hombros, caderas, muñecas; elongaciones controladas de espalda, piernas y cuello. En ese ritual previo se empieza a cultivar el respeto por nuestro cuerpo, por el espacio del dojo y por la energía que compartiremos.
Después de la práctica: devolver el cuerpo a la armonía
Tras la sesión, el cuerpo ha sido utilizado intensamente. Incluso en las prácticas más suaves, hay una carga física significativa. Si ignoramos este momento de transición, dejamos tensiones alojadas en músculos y articulaciones que con el tiempo pueden convertirse en rigidez, dolor o incluso lesiones crónicas.
El estiramiento posterior:
- Ayuda a disipar el ácido láctico, reduciendo la posibilidad de fatiga o dolor al día siguiente.
- Restablece la longitud natural de los músculos, que pueden haberse acortado o tensado.
- Contribuye al relajamiento del sistema nervioso, facilitando una transición a la calma.
- Es un momento de integración: mentalmente, revisamos lo aprendido; físicamente, liberamos lo que ya no necesitamos cargar.
Aquí, los estiramientos pueden ser más estáticos, más profundos. Sostenemos la postura por más tiempo, respiramos en ella, nos permitimos sentir. Es también un momento meditativo, de cierre, donde lo físico y lo interno se alinean para volver al centro.
Cuidar el cuerpo es cuidar el Camino
Muchos practicantes jóvenes creen que el cuerpo es simplemente una herramienta que puede exigirse sin medida. Pero el verdadero Budo no se trata de romper, sino de construir. El cuerpo no es sólo un medio: es un templo donde habita el espíritu. Si lo cuidamos, si lo escuchamos, podremos seguir caminando el Do mucho más allá de los años de juventud.
Estirar antes y después de la práctica no es un añadido opcional, es parte integral del entrenamiento. Así como saludamos al entrar y salir del tatami, también debemos saludar a nuestro cuerpo con respeto: prepararlo con atención y agradecerle con cuidado.
Porque en el Aikido, como en la vida, el equilibrio no se alcanza por fuerza, sino por armonía.
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